Dios combinó en Su último Profeta ﷺ las cualidades más ilustres, asegurando por eso la confianza de su público. Su persona brillaba desde todos los ángulos y por lo tanto se veía admirable ante los ojos de todos. Aquellos que consideraban crucial el linaje (aunque esto no lo es ante los ojos de Dios) descubrieron que el profeta Muhammad descendía de una nobleza que era la más pura entre las puras. Aquellos que practicaban la fisonomía (evaluar el carácter de una persona en base en su apariencia física) sentían que el rostro del profeta Muhammad brillaba con integridad. Aquellos que lo experimentaron de primera mano, o más tarde leyeron su biografía, encontraron en Muhammad un estilo de vida de extraordinaria sinceridad y convicción.
La Honestidad del Profeta Muhammad
El profeta Muhammad ﷺ no era simplemente una persona cuya honradez fue testificada, sino que lo hombres de su clan lo habían titulado oficialmente como-Sādiq al-Amīn (el Veraz, el Digno de Confianza). Incluso cuando lo persiguieron y rechazaron su mensaje, todavía confiaban en él con sus posesiones más preciosas. Aisha (que Allah esté complacido con ella) dijo: “Él instruyó a ‘Ali (que Allah esté complacido con él) a que se quedara en La Meca,con el fin de devolverle a todos, los fideicomisos que el Mensajero de Allah ﷺ tenía bajo su custodia para la gente. No había nadie en La Meca (¡ni siquiera sus enemigos!) que tuvieran objetos de valor y sintiera miedo al robo mientras los guardara con el Mensajero de Allah ﷺ, debido a la honestidad y confiabilidad que era reconocida [por todos] acerca de él. Así, ‘Ali se quedó tres días y tres noches para entregar todo lo que el pueblo le confió al Mensajero de Allah ﷺ y luego lo alcanzó después de completar esa tarea “.
Su principio de honestidad era tan evidente que incluso personas de diferentes épocas, orígenes y religiones lo reconocían. De hecho, con frecuencia les resulta imposible imaginar a una persona justa que lea su vida y llegue a una conclusión diferente.
De hecho, aunque el filósofo e historiador escocés Thomas Carlyle (d.1881) ciertamente tenía sus reservas sobre el Islam, su fascinación por la sinceridad del último de los Profetas a veces bordeaba entre profunda intriga y aparente convicción. Por ejemplo, explicaba:
Va en gran medida en contra de la teoría del impostor, el hecho de que él vivió de este modo enteramente excepcional, completamente tranquilo y de manera común, hasta que se consumó el calor de sus años. Tenía cuarenta años antes de que hablara de cualquier misión del Cielo. Todas sus irregularidades, reales y supuestas, datan después de sus cincuenta años, cuando murió la buena Kadijah. Toda su “ambición”, aparentemente, había sido, hasta ese momento, vivir una vida honesta; su “fama”, la buena opinión de los vecinos que lo conocían, había sido suficiente hasta entonces. No es hasta que se estaba volviendo viejo, que el lascivo punto de su vida explotó, –y cuando ya tenía la paz- lo principal que le dio este mundo, que empezó con esta “carrera de ambición”, ocultando todo su carácter y existencia, se estableció como un infeliz y vacío charlatán para adquirir lo que desde ese momento no podría disfrutar! Por mi parte, no tengo fe en eso [la teoría del impostor].
En el mismo libro” On Heroes, Hero Worship, and the Heroic in History”, Carlyle dice:
Las mentiras (calumnias occidentales) que el celo bien intencionado ha amontonado alrededor de este hombre (Muhammad) son vergonzosas sólo para nosotros mismos .
En la historia de la humanidad, muchos impostores han proclamado la profecía, y todos ellos han sido hallados vacíos de virtud y con un oportunismo antiético. Esto es endémico y esperado de los profetas impostores, porque ellos han aceptado ser los más siniestro de los mentirosos. Así como mentir sobre tus amigos es peor que mentir sobre una persona al azar, y así como mentir sobre tus padres es peor que mentir sobre tus amigos, no hay nada más feo que una persona mintiendo sobre Dios. Por lo tanto, cuando un hombre con la honestidad indiscutible del profeta Muhammad ﷺ vive por cuarenta años sin mentir nunca, entonces afirma ser el Profeta de Dios, esto debe ser visto como un signo de la veracidad de su afirmación.
Finalmente, el sol eclipsó en la vida del Mensajero de Allah ﷺ el día en que [su hijo] Ibrāhīm murió. La gente dijo que el sol se había eclipsado debido a la muerte de Ibrāhīm. El Mensajero de Allah ﷺ dijo:
“El sol y la luna no eclipsan debido a la muerte o la vida de nadie. Más bien, son dos de los signos de Allah, por los cuales infunde temor en Sus siervos. Cuando veas el eclipse, ora e invoca a Allah.”
Si el Profeta Muhammad ﷺ hubiera sido un impostor, esto habría sido la oportunidad perfecta para capitalizar ese refuerzo de la credibilidad. Estos acontecimientos coincidentes abrieron una ventana muy conveniente para la autopromoción, y sin embargo, el Profeta ﷺ ni siquiera permitió que otros interpretarán esto como que el cielo se entristeció por Ibrāhīm. Aunque estaba sufriendo por la trágica pérdida, subió al púlpito, desechó la falsa interpretación y estableció que los eclipses no siguen más que las leyes universales de Dios.
Su Austeridad y Ascetismo
El estilo de vida simple y austero del profeta Muhammad ﷺ es una indicio importante de que su misión no podría haber sido egoísta. Después de todo, era un hombre que controlaba toda Arabia al final de su vida. Incluso antes de eso, tuvo miles de seguidores durante su estancia en Medina; Seguidores que se obsesionaron con él, y habrían amado hacer cualquier cosa en el mundo por él. Considerando todo esto, no encontramos ningún lujo en ninguna esfera de su vida. Más bien, encontramos en su vivienda una estera de paja que dejaba marcas en su costado, y una piel de cuero colgante de la que se bañaba. Cuando él deseaba postrarse en esta habitación, le pedía a Aisha que doblara sus piernas para hacer sitio para que él pudiera postrarse. Durante meses, no se encendió ningún fuego para cocinar en su casa, y su familia tuvo que contentarse con las datiles y el agua a menos que un compañero les diera algo de leche.
Edward Gibbon (de 1794), un historiador y miembro del Parlamento de Inglaterra, escribió en su libro “The Decline and Fall of the Roman Empire, Capitulo 50]:
El buen sentido de Muhammad despreciaba la pompa de la realeza. El Apóstol de Dios se sometió a los cargos menores de la familia; encendió el fuego; barrió el piso; ordeñó las ovejas; y reparó con sus propias manos sus zapatos y vestimentas. Despreciando la penitencia y el mérito de un ermitaño, observó sin esfuerzo ni vanidad la dieta abstemia de un árabe.
En otras palabras, no sólo soportó la grosería de una vida austera, sino que fluyó naturalmente de él. Él no estaba tratando de fomentar la monarquía o la auto-privación, ni estaba fingiendo este minimalismo para ganar elogios de la gente. Gibbons continúa:
En ocasiones solemnes, él festejó a sus compañeros con abundancia rústica y hospitalaria. Pero, en su vida doméstica, pasarían muchas semanas sin que se encendiera un fuego en el corazón del Profeta.
Según Washington Irving (1859), un biógrafo y diplomático estadounidense en “Mohamet and His Successors”:
Él era sobrio y abstemio en su dieta y un observador riguroso del ayuno. No se entregaba a la magnificencia de la indumentaria, a la ostentación de una mente mezquina; ni su sencillez en el vestir se veía afectada, sino que era el resultado de un verdadero desprecio por la distinción de una fuente tan trivial … Sus triunfos militares no despertaron orgullo ni vanagloria, como lo habrían hecho si se hubieran realizado con fines egoístas. En el tiempo de su mayor poder, mantuvo la misma sencillez de modales y apariencia como en los días de su adversidad. Muy lejos de adoptar un estado majestuoso, se molestaba si, al entrar en una habitación, se le mostraban testimonios inusuales de respeto.
Bosword Smith (1908), un reverendo, maestro de escuela y autor escribe en su libro “Muhammad and Muhammadanism”:
Jefe del Estado, así como la Iglesia; era César y el Papa en uno; pero era el Papa sin las pretensiones del Papa y César sin las legiones de César, sin un ejército permanente, sin guardaespaldas, sin policía, sin ingresos fijos. Si alguna vez un hombre gobernaba por un derecho divino, era Muhammad, porque tenía todos los poderes sin su apoyo. No le importaban los aderezos del poder. La simplicidad de su vida privada estaba en consonancia con su vida pública.
La Valentía del Profeta Muhammad
La gran valentía del profeta Muhammad ﷺ significaba que él no sólo era veraz, sino también certero de su veracidad. Algunos orientalistas, aunque todos se burlan al describir el Islam, optan por argumentar que el profeta Muhammad ﷺ no estaba mintiendo conscientemente, sino que sufría de una enfermedad mental que lo sometió a delirios de grandeza. Esta afirmación se desmorona a los pies del valor documentado del Profeta, porque alguien que “oye voces” y tiene trastornos psicológicos sería inconsistente, reacio e incapaz de lograr todos los triunfos que logró. Más importante aún, una persona mentalmente perturbada nunca llegaría a un sistema completo de creencias y leyes que ganaran el respeto de miles de historiadores, filósofos y otros hombres de sabiduría. Por lo tanto, el valor constante e inigualable de Muhammad ﷺ se convierte en un garante de apoyo para su profecía.
El Profeta Muhammad ﷺ nunca huyó en la batalla; más bien, luchó sin temor en las líneas de frente. Habría sido perfectamente comprensible que el profeta ﷺ se protegiera detrás del ejército, porque su muerte significaba el final del mensaje. Sin embargo, ‘Ali b. Abi Ṭālib, el célebre guerrero, diría: “Yo mismo fui testigo en el Día de Badr de cómo nosotros permanecíamos cerca del Profeta ﷺ para protegernos, y él era el más cercano de nosotros al enemigo, y él era el más feroz [guerrero] ese día.” [ Aḥmad]
Un hombre dijo una vez a al-Barā ‘b. ‘Âzib, “¿ Acaso huiste en el día de Ḥunayn, O Abu’ Umāra?” Él respondió: “Puedo testificar que el Profeta de Allah ﷺ no retrocedió. Más bien, fueron algunos jóvenes apresurados los que se reunieron, sin las armas y preparación adecuadas, un grupo de Hawāzin y Banu Naḍīr. Ellos (el enemigo) eran excelentes arqueros, y les dispararon una descarga de flechas que expusieron [sus filas]. La gente se volvió [por ayuda] al Mensajero de Allah ﷺ, cuya mula estaba siendo dirigida por Abu Sufyān b. Harb. Él desmontó, oró e invocó la ayuda de Dios. Lo que dijo fue: “Yo soy el Profeta; Esto no es mentira. ¡Soy el hijo de ‘Abdul-Muṭṭalib! ¡Allah, envía tu ayuda! “Por Allah, cuando la batalla se volvió feroz, buscábamos protección detrás de él, y [sólo] el más valientes entre nosotros podría estar a su lado [en la batalla].” [Muslim]
Cuando Allah reveló:
“Oh Mensajero, transmite lo que te fue revelado … y Allah te protegerá del pueblo” [Noble Corán 5: 67]
El profeta ﷺ prohibió a sus compañeros continuar haciendo guardia por la noche en su puerta.
Una noche, los musulmanes ,que seguían ansiosos de que los romanos atacaran Medina en cualquier momento, se despertaron sorprendidos por un fuerte estallido. Corriendo a la escena, encontraron que el profeta Muhammad ﷺ ya regresaba en un caballo de pelo que perteneciente a Abu Ṭalḥa, con su espada colgando alrededor de su cuello, asegurándoles que era una falsa alarma. Se necesita coraje ejemplar, para correr solo para hacer frente a un peligro potencial como ese, valor que incluso las almas más valientes admirarían.
Su Perseverancia
El Profeta Muhammad ﷺ no solo mostró valentía en uniones específicas en su vida, sino que mostró una resistencia y consistencia ejemplares, desde el principio hasta el fin. Considera a un hombre que nunca conoció a su padre de primera mano, apenas disfrutó de la compasión de su madre, y luego perdió a su abuelo, y luego a su tío y a su esposa querida al mismo tiempo. Considera a un hombre que vivió para presenciar la muerte de cada uno de sus hijos salvo uno, que fue tratado como una amenaza y fugitivo después de décadas de construir una reputación impecable entre su pueblo. Considera a un hombre que experimentó abuso físico hasta que se desmayó, sufrió hambre durante años por causa de su propio pueblo ,y se enfrentó a innumerables campañas de difamación. Considera a un hombre que fue expulsado de su hogar, enviado huyendo a Medina para refugiarse, sólo para encontrar a los hipócritas allí esperando cada oportunidad para traicionarlo. Considera a un hombre que observó cómo los intentos de asesinato contra su vida se desarrollan regularmente, así como el asesinato y la mutilación de sus parientes y compañeros, y luego la calumnia de su querida esposa Aisha, la hija de su compañero más leal.
¿Quién podría perseverar con esperanza y persistir en una ética incomparable, a través de todo esto, a excepción de alguien infundido por una ayuda única de los cielos? El Profeta ﷺ se levantó de ese abismo de la negatividad y no sólo sobrevivió, sino que se convirtió en una fuente de misericordia y empatía para la gente, los animales y las plantas por igual. Esto no es nada menos que milagroso; Sólo Dios saca a los muertos de los vivos, y produce un resorte de una roca, y alimenta una rosa en el desierto. Sólo Dios pudo haberlo mantenido sonriendo, jugando con sus nietos, manteniendo sus principios y levantando los espíritus de aquellos que sufrían mucho menos que él. Sólo Dios podría haberle empoderado ﷺ a tener compasión por los despiadados, perdón por sus enemigos, y preocupación por los arrogantes.
Sólo Dios pudo haber mantenido su corazón agradecido en momentos en que otros ni siquiera podían ser pacientes, y su corazón misericordioso en momentos en que otros ni siquiera podían ser justos.
Aunque los incidentes que reflejan su perseverancia son innumerables, cualquier persona honesta puede simplemente familiarizarse con el embargo en el barranco de Abu Ṭālib. Esto siguió durante tres años totalmente brutales, en donde el Profeta ﷺ observó los labios de sus compañeros de color verde de comer las hojas y roer las pieles de los animales de la desesperación por comer cualquier alimento. De hecho, observó a sus más queridos miembros de la familia deteriorarse lentamente frente a sus ojos. Khadīja y Abu Ṭālib estaban tan debilitados por el embargo que nunca se recuperaron de él; ambos murieron poco después. Y con la protección de Abu Ṭālib desaparecido, el Profeta ﷺ recibió en ese año el tratamiento más humillante de su vida.
Aisha informó que una vez le preguntó al Profeta ﷺ, “¿Has encontrado un día más difícil que el día de Uḥud?” El Profeta ﷺ dijo: “Tu tribu me ha preocupado mucho, y lo peor fue el día de ‘Aqaba Cuando me presenté a ‘Abd Yalāyl b. ‘Abd Kulāl, y él no respondió a lo que yo buscaba. Yo [eventualmente] salí, abrumado de dolor, y no pude relajarme hasta que me encontré en un árbol donde levanté mi cabeza hacia el cielo para ver una nube que me protegía. Miré hacia arriba y vi a Gabriel en ella. Él me llamó diciendo: ‘Allah ha oído las palabras de vuestro pueblo y cómo han respondido, y Allah ha enviado al Ángel de las Montañas a vosotros para que ordenéis que haga lo que deseéis a estas personas. El Ángel de las Montañas me saludó y me dijo: ‘Oh Muhammad, ordena lo que deseas, y si quieres, dejaré caer sobre ellos las dos montañas.’ Yo dije: ‘No, más bien espero que Allah traiga de sus descendientes personas que adorarán a Allah sólo sin asociar nada con Él.” [Bukhari]
En otros reportes, él pasó diez días en Ṭā’if después de hablar con sus líderes, llamando a su pueblo al Islam, hasta que se congregaron multitudes para expulsarlo. Hicieron dos filas y los forzaron a atravesarlas mientras lanzaban obscenidades y lanzaban piedras hasta que la sangre corría por sus benditas piernas, la cabeza de Zayd b. Ḥaritha fue herida profundamente. Pero incluso en esa hora más oscura, toda esta angustia agravada aún más no rompió la perseverancia del Profeta.
El Profeta Muhammad y su Optimismo
Es notable cómo el profeta Muhammad ﷺ nunca perdió la esperanza en el apoyo y la victoria de Allah, sin importar cuán aparentemente desesperada su situación se convertiría a veces. Este optimismo habla de un corazón atado con fe suprema. Al salir de La Meca para la migración, el Profeta ﷺ y Abu Bakr fueron rastreados a una cueva. Los mercenarios estaban en la boca de la cueva, y simplemente tenían que inclinarse para mirar dentro, y nada les habría impedido notar y capturar al Profeta ﷺ. En ese momento inquietante, cuando la desesperación penetrara hasta la más firme de las almas, el Profeta ﷺ tranquilamente le dijo a su compañero una declaración increíble:
“Oh Abu Bakr, ¿qué piensas de dos – cuando Allah es su tercer?”
El Corán más tarde mencionó este incidente diciendo:
“Si no ayudas al Profeta ﷺ, Allah ya lo ha ayudado cuando los que no le creyeron lo habían expulsado como uno de dos, cuando estaban en la cueva y le dijo a su compañero” No te aflijas; Allah está con nosotros. Allah envió su tranquilidad sobre él y lo apoyó con ángeles que no veías, e hizo que la palabra de los incrédulos fuese la más baja, mientras que la palabra de Allah es la más alta. Y Allah es exaltado Exaltado en Poder y Sabio.” [Noble Corán 9:40].
Una persona puede decir: ¿cómo sabemos que el profeta Muhammad ﷺ no fabricó este versículo después del acontecimiento, retratándose él con una imagen deshonesta acerca de su inquebrantable convicción en Dios? La respuesta más simple es que Abu Bakr fue testigo personal de la calma y recogida del Mensajero de Allah ﷺ estaba en esos aterradores minutos. Si no hubiera sido así, ¿Abu Bakr habría seguido siendo su mayor admirador y continuado venerándolo como la encarnación de la integridad, incluso después de la muerte del Profeta ﷺ?
Así fue la convicción que el profeta Muhammad ﷺ tenía en su fe, por la cual la promesa de Allah que vivía en su corazón anularía la desesperanza que sus ojos veían. Esto es idéntico a lo que ocurrió a Moisés en la orilla;
“Y cuando las dos compañías (los israelitas y las legiones de Faraón) se vieron unos a otros, los compañeros de Moisés dijeron: ‘¡En verdad, nosotros vamos a ser alcanzados!’ Dijo: En verdad, conmigo está mi Señor; Él me guiará. “[Noble Corán 26: 61-62].
Este grado de certeza era único para los Profetas y Mensajeros; Incluso si el mundo había perdido la esperanza, nunca colapsarian.
Los Seguidores del Profeta Muhammad
Al analizar la veracidad de la profecía del profeta Muhammad ﷺ, sería negligente limitar a sus seguidores a los nobles compañeros. El profeta Muhammad ﷺ es la personalidad más influyente en la historia humana (ver: The 100, de Michael Hart), imitando en las particularidades más privadas o matizadas de su vida. Durante un milenio y medio, ha habido una fascinación mundial por parecerse al último de los Profetas, incluso a costa de oponerse a la cultura dominante o a las tendencias actuales. Para 1600 millones de personas en la actualidad, ese es un pequeño precio a pagar por reflejar el ser humano más ideal que jamás haya vivido.
David George Hogarth (1927), un erudito y arqueólogo británico, dijo en su libro “Arabia” publicado en 1923:
Serio o trivial, su conducta cotidiana ha instituido un canon que millones observan hasta este día con memoria consciente. Nadie considerado por ninguna parte de la raza humana como Hombre Perfecto ha sido imitado tan minuciosamente. La conducta del fundador del cristianismo no ha gobernado la vida ordinaria de sus seguidores. Además, ningún fundador de una religión ha dejado en una eminencia tan solitaria como el apóstol musulmán.
Sin embargo, sus seguidores más profundos fueron sin duda sus compañeros, y esto es lo que distingue su testimonio de la verdad de su mensaje. Estos compañeros no eran un mero grupo de buenos compañeros que rezaban por la noche, dedicaban sus vidas a Dios, pero compartían una ingenuidad colectiva. Esto fue, sin prejuicios, la generación más significativa de la historia de la humanidad.
El genio de ‘Umar b. Al-Khaṭṭāb, por ejemplo, ha sido reconocido por muchos historiadores. De hecho, la Columbia History of the World afirma cómo “Umar efectuó una burocracia superior a la del gigantesco Imperio Romano que precedió al gobernante musulmán. Cuando un árabe tribal puede construir un gobierno federal con poder centralizado, pero también la flexibilidad para hacer sostenibles las periferias de esta unión y con ese cambio en el curso de la historia- se debe admitir que se trataba de una mente excepcional. Esta es sólo una persona que creyó en la profecía del Profeta Muhammad ﷺ, quien le imitó con una obsesiva admiración. Abu Bakr dando la mitad de su riqueza por el bien del Islam, Bilāl se niega a retractarse de sus creencias a pesar de la tortura impensable, Sumayya y Yāsir torturados hasta la muerte por negarse a fingir que no creían en Muhammad ﷺ, no son pequeños sucesos. En cuanto a los que sobrevivieron, emprendieron la tarea trascendental de inculcar su espíritu y mensaje en sus vidas, haciéndolos más merecedores de la alabanza de Dios,
“Sois la mejor nación producida [como un ejemplo] para la humanidad.” [Noble Corán 3:110]
Seguido tan ardientemente por este calibre de la gente, que lo experimentó antes y después de la profecía, y fue testigo de su conducta de una manera diariamente, es un indicador claro de cuán seguros estaban de él y de su misión.
William Montgomery Watt (d. 2006), historiador escocés y profesor emérito en estudios árabes e islámicos, escribió:
Su disposición a sufrir persecución por sus creencias, el alto carácter moral de los hombres que creían en él y le miraban como un líder y la grandeza de su logro final, todos argumentan su integridad fundamental. Suponer que Muhammad es un impostor plantea más problemas de los que resuelve. Además, ninguna de las grandes figuras de la historia es tan mal apreciada en Occidente como Muhammad … Por lo tanto, no sólo debemos darle crédito a Muhammad con la honestidad esencial y la integridad del propósito, si debemos entenderlo en absoluto; si hemos de corregir los errores que hemos heredado del pasado, no debemos olvidar que la prueba concluyente es un requisito mucho más estricto que una demostración de plausibilidad, y en una cuestión como ésta sólo se logra con dificultad. [Muhammad at Mecca, by William Montgomery Watt, Oxford University Press (1953), p. 52]
Esta fue la personalidad inmaculada del profeta Muhammad ﷺ, visible para aquellos siglos y mares aparte de su vida. No deja de extrañar por qué una generación entera superó uno a otro en la emulación de su sonrisa, su abnegación, su soporte para la verdad, y su servicio a la humanidad.